mensaje de acogida



Te invito al país de Franklin Bordas, territorio del

pensamiento con alas.





jueves, 5 de abril de 2018


Monumento a George Marie Lowery



George Marie Lowery
irlandés de nacimiento
decidió no morir nunca más.
Eso de decidir no morir
solo lo hace un hombre que ha saludado a la
muerte innumerables veces.
Cuando Woodrow Wilson convocó
Para entrar en batalla contra el imperio Germánico diciendo:
“El mundo debe ponerse a salvo para la democracia,
no tenemos fines egoístas que servir. No queremos conquistar ni dominar”.
Supo que debía ir.
Aun imberbe pero sediento de aventuras,
ahora como norteamericano,
fué a la guerra.
Pero cuando la sangre te toca
es como cuando el León aprende a devorar
por necesidad
-no es este el caso,
la sangre más bien hace ansiar la vida
y te da una fuerza inaudita
para torcer el destino,
esto hizo mi abuelo George,
decidió engañar al destino,
quizás alcanzar cinco estrellas no era imposible
para la gallardía de un irlandés,
pero optó por sepultar el Springfield
y tomar un barco para cualquier parte del mundo
solo con la ropa puesta de un polizonte
sin preocuparse para donde va
pero decidido a no ver atrás
de todos modos atrás nada quedaba para regresar.
¿Qué como llegó al Rio Coco y no a Corinto u otro lugar en el mapa?
Es la extraña historia que álguien estaba escribiendo
sin él saberlo.
Supongo que buscaba a álguien,
pasa siempre esto, que buscamos sin saber que o quien
y parecemos perdidos.
Pero no!
¡Cuánta tierra y agua vieron los ojos de George! –mi abuelo
¡Cuántas hermosas mujeres lo miraron y él nunca abandonó su camino!
Aquello de que los marinos quedan anclados a algún corazón
en algún puerto,
no era para él.
Este irlandés de barba roja y grandes ojos azules
suspiraba con cada pedazo de tierra o cielo que iba quedando atrás
preguntándose si ese era el lugar.
Y pasaba días y tardes fumando en su pipa tabaco
buscando algo que el corazón le dijera
y aunque él no lo escuchaba,
el mensaje estaba en el viento
el perfume de la reina de sus sueños vagaba
como pañuelos de cirros y nimbos desparramadas en estelas
blancas y oscuras, alegres y tristes
pero él confiaba en su rumbo
como las ovejas al pastor.
Y allí la historia tiene un vacío
¿Cómo descifró que entre los ríos Comalí y  Tapacalí estaba
el santuario de su amor?
¿Cómo saber que había llegado al lugar?
George Lowery era mas intuitivo que la Mantis Orquídea
y quizás entendió cuando la vió.
Talvez ella en el dintel de la puerta
mientras el caminaba en la única calle del pueblo,
nadie sabe decir si ella dijo algo
o él.
O como fue la manera en que se cruzaron miradas,
si ella se movió de la puerta,
o continuó regando el rosal con disimulo,
o si él se paralizó en el momento.
Lo cierto es que Luisa Dresher, la preciosa hija de un alemán
en Waspam
lo esperaba.
Esto parece imposible, pero es cierto.
Este irlandés ex soldado del ejército de Estados Unidos
dejó la guerra
porque tenía algo más importante que hacer.
Encontrar el amor es la más grande odisea
que cada día
sorprende a los que se están buscando sin saberlo.
A ciencia cierta ignoramos si mi abuelo George logró engañar al destino
como algún momento lo pensó
al enterrar el Springfield allá en algún lugar de Tennesse o Texas
O su destino
siempre fue encontrar a Luisa
como lo hemos estado creyendo:
“todo estuvo escrito del principio”.
Mi abuelo George y mi abuela Luisa vivieron poco
como si fuera una eternidad.