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sábado, 4 de mayo de 2013

Cultura

Episteme

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Por: Franklin Bordas



Un homenaje a los que desde el otro lado del mundo claman por
justicia. —Sabemos que allí están todos los desaparecidos en Corea
del Norte—.

Tu luna roja arriba
Oh Monte Paektu-san con este cielo partido de lazos
grisáceos y claroscuros
parece marcar el final de muchos secretos.
Una señal fantasmagórica y triste,
desde el fondo de esa adorada montaña,
y a lo largo del imponente río amarillo,
avanza en el lento y cansado corcel
de los tiempos.
Murmullos...…
en el viento sibilante,
buscando oídos,
buscando corazones.
¿Quién manda mensajes desde las montañas congeladas
de Yodok?
Desde el otro lado del mundo vienen quejidos desgarradores
torrentes de lágrimas traen los vientos como una denuncia
¿es preciso arrancarles la piel y dar los ojos a las ratas
cuando ya los recuerdos solo parecen estrellas pálidas
a punto de apagarse?
Capas y capas de dolor superpuestos uno tras otro, día tras día...
…hasta no dejar nada.
Pero ellos insisten en volar
¿Quién puede cercenar esas alas
si con solo cerrar los ojos se desplegan colosales y mágicas?
El devorador no puede ver que sonríes en la libertad de los sueños.
No puede matar tu alegría cuando ni siquiera imagina
que te encuentras con los tuyos
venciendo el cautiverio, las cadenas, las murallas y las distancias.
¿Cómo es que alguien puede enterrar la compasión
con tantos cerrojos como si nunca
la hubiera tenido?
Aquí descubrimos que los animales de las montañas
son mejores que muchos hombres.
Los animales son mejores que los cancerberos del campo 15.
Desde el fondo de Paektu-san,
spíritus nos llaman con palabras inefables
una suave lluvia de murmullos lastimeros
cabalga en la inexactitud de aquellas búsquedas sin rostro
el dolor puede oírse
y nos identifica: —ellos somos nosotros.
Millares de mensajes nos vienen
desde las montañas congeladas de Yodok
donde el ojo de Dios observa
alistando al arcángel exterminador.