MUJER Franklin
Bordas
Varona
nó! –dijo el hombre-,
-me
gusta Miel, -quería decir dulce-,
-la
llamaré Flor, -él quería decir, encanto, alegría-,
Sol,
o Luna, que inventó para nombrar la luz
admirado
de un resplandor, un brillo que irradiaba ella.
Estaba
loco buscando el nombre perfecto,
no se parecía a nada conocido.
Dijo:
Gacela! Por su gracia de movimientos,
Sinuosa,
por las aguas de los ríos,
Preciosa,
así le parecía el colorido de las mariposas,
Encina,
para decir fuerza,
Llenura,
para decir adiós a la soledad,
Seda
a lo que él entendía como suave, delicado.
Ah
varona, era una palabra que podía ser la original
pero
no la explicaba toda.
Tenía
que ser, dulce, suave, graciosa, fuerte,
árbol
viviente como la máxima expresión de la vida
que
él conocía.
Todo
era ella.
Ella
era todo.
Y
se le ocurrió un poema al hombre,
y
la llamó ¡Mujer!.